LA PRUDENCIA ES UNA VIRTUD ESENCIAL PARA UNA BUENA VIDA

La vida es una aventura de tomar decisiones. Todos los días, en cada esfuerzo, tomamos decisiones. Elegimos cómo queremos vivir desde el momento en que nos levantamos hasta que volvemos a la cama. Para tomar las decisiones correctas en medio de necesidades y valores contrapuestos, necesitamos la virtud de la prudencia y la sabiduría.

Nuestra primera lectura de hoy dice: "Supliqué, y se me concedió la prudencia; invoqué, y vino sobre mí el espíritu de sabiduría ". La prudencia es una de las cuatro Virtudes Cardinales (prudencia, justicia, fortaleza y templanza), La prudencia es un valor que consiste en obrar con cuidado, de forma justa y adecuada. Es la capacidad de juzgar correctamente lo que es bueno en cualquier situación dada y luego actuar en consecuencia. La prudencia implica una consideración cuidadosa de las posibles consecuencias y evaluar varias opciones antes de tomar una decisión informada.

Según el Catecismo de la Iglesia Católica, la prudencia ayuda a una persona hacer dos cosas. En primer lugar, la prudencia ayuda a ver el "verdadero bien" en cualquier circunstancia. En segundo lugar, la prudencia ayuda a elegir los medios para alcanzar este "verdadero bien". Pero ¿qué es este "verdadero bien"? El verdadero bien es el mejor bien de muchas buenas decisiones. Pero, desafortunadamente, a menudo estamos más interesados en la gratificación inmediata que en la felicidad duradera.

En el Evangelio de hoy, nos encontramos con la historia del joven rico que le pregunta a Jesús: "Maestro bueno, ¿Qué debo hacer para alcanzar la vida eterna?". El joven se sorprende y se entristece cuando Jesús le dice que venda todas sus posesiones, que dé el dinero a los pobres y que lo siga. Su renuencia de desprenderse de su riqueza pone de relieve una tensión que muchos de nosotros enfrentamos en nuestras vidas espirituales. Necesitó mucha prudencia para elegir entre su apego a la posesión/ comodidad material y el "verdadero bien" que es la caridad.

Jesús fue más allá al advertir a sus discípulos: "Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que un rico entre en el reino de Dios". La verdad es que nuestro apego a las posesiones materiales puede llenar nuestro corazón de que no hay espacio para Dios. La riqueza es una bendición de Dios, pero puede convertirse en un obstáculo para el crecimiento espiritual y el bienestar si se usa de manera egoísta.

Discernamos siempre lo que es mejor para nosotros ("el verdadero bien") y elijamos con prudencia y sabiduría.

¡Dios es bueno, todo el tiempo!

Padre Tony Udoh, MSP Pastor de Holy Family